Es ingeniero en telecomunicaciones y violinista profesional. Argentino, profesor de acústica musical en las universidades de La Plata, Basso es el responsable del diseño acústico de la nueva sala sinfónica que ocupará nuestra orquesta a partir de 2025.
No es la primera vez que Gustavo Basso enfrenta un desafío como el de esta nueva sala sinfónica. De vasta trayectoria,el ingeniero estuvo a cargo del diseño acústico en la restauración del Teatro Colón, al igual que del trabajo que se realizó en el emblemático auditorio “Ballena Azul” del Centro Cultural Kirchner inaugurado en 2015, ambos en Argentina.
Reconocido especialista en arquitectura acústica, en 2019 la Universidad de Chile lo invitó a sumarse al ambicioso proyecto que promete convertirse en uno de los mejores escenarios para conciertos de Latinoamérica.
¿Cuáles son las características de esta sala de conciertos?
Esta es una sala monovolumen, que no tiene torre escénica como una sala de ópera, por ejemplo, que tiene el escenario aparte con telón. Aquí no, esto es todo un monovolumen donde la orquesta, los músicos, están en el mismo espacio que la gente.
Es una sala moderna para cerca de 1.200 personas, con una particularidad y es que está en el subsuelo del edificio de la Universidad de Chile, lo que también presenta desafíos interesantes.
¿En qué ha consistido en específico tu trabajo en esta sala sinfónica?
Mi trabajo fue primero diseñar la sala para que sonase lo mejor posible, y es difícil porque, por ejemplo, una flauta tiene que llegar a los 2.400 oídos de 1.200 personas y con la potencia suficiente como para que se oiga sobre el ruido de fondo, con su timbre, con sus características, su articulación. Y eso con los 90, 100 instrumentos de la orquesta. O sea, que el diseño es bastante complicado matemáticamente. Luego vino la etapa de verificación de que ese proyecto se haya manifestado en la obra, o sea, que realmente lo que proyectamos se haya construido. Revisamos cada elemento de la sala: revestimientos, butacas, cortinados, alfombras, paredes, etcétera, porque todo influye en la acústica final de la sala.
Se ha considerado un tiempo bastante prolongado para la afinación de la sala ¿Por qué es tan importante ese proceso?
El concepto moderno de una sala de música es que la sala complementa al instrumento musical, es como una extensión de un instrumento musical porque cuando uno va a un concierto, no sólo escuchas los instrumentos, sino también como están resonando en el lugar. No es lo mismo oír una flauta en una plaza que en una sala. Entonces, hay muchos elementos en la sala, hay, por ejemplo, unos reflectores acústicos muy grandes que suben y bajan y que hay que colocar en altura, en inclinación, con los músicos tocando, no hay otra manera. Entonces lo que se hará junto al maestro y la orquesta es hacer una serie de conciertos de afinación y tunning de la sala, tocando diferentes obras del repertorio, obras más pequeñas, más grandes, con solistas, el coro, para ver cuál es la mejor manera de ubicar esos reflectores.
También la orquesta tiene que aprender a formarse en el escenario nuevo. No es el escenario que tienen ahora en el Teatro Universidad de Chile, y tienen que aprender a tocar ahí. Una sala nueva es como un instrumento nuevo. No puedes empezar tocando la sonata Appassionata de Beethoven. Tienes que partir tocando alguna escala, ver cómo suena, cómo responde. Los equilibrios entre graves y agudos. Eso es lo que hay que hacer con la orquesta en la sala para lograr la mejor calidad acústica posible.
¿Cuál es el objetivo final de este proceso?
El objetivo más importante es que la sala haga justicia a la música que se tocará adentro. Lo importante es la música y que el público se lleve la mejor experiencia.
